Antes de que nuestro presidente local lo solicite, ya le colgamos el artículo de su catedrático de historia del pensamiento económico, articulista, tertuliano y economista preferido... Carlos Rodríguez Braun, aparecido en el diario La Razón hoy sábado. (Por cierto Luís, menos mal que has empezado a leer La Razón)
BUENO, PUES YA ESTÁ.Los pesimistas temen que se haya inaugurado una nueva onda larga del PSOE como la que brotó en 1982. Durante mucho tiempo nos hemos hartado de oír que jamás ganaría el PP si mantenía a Acebes y a Zaplana. Bueno, pues, ya está. Se han ido. Entonces ¿a qué viene el patente desasosiego en las filas del PP? Y, desde el otro lado: ¿por qué ha empezado José Blanco a arremeter contra Rajoy? La respuesta a ambas preguntas es paradójicamente la misma: en el PP temen que la estrategia no funcione, y en el PSOE que sí lo haga. Pensar que lo malo aquí eran Zaplana y Acebes es comprar el guión de la izquierda. «Los últimos reductos del aznarismo», los llamó «El País», insistiendo en la demonización que los de izquierdas emprenden siempre y para siempre contra quien comete el peor de los delitos: ganarles las elecciones. Por eso odian a Aznar, y por eso odiarán igual a Rajoy cuando crean que les puede ganar. En caso contrario lo tratarán tan bien como trató Felipe González a Manuel Fraga. El riesgo de que el PP siga el guión del PSOE es evidente. Para empezar, si hay que acabar con el aznarismo ¿qué hace allí Mariano Rajoy? La ansiedad del PP tiene que ver precisamente con el tándem González/Fraga: los pesimistas temen que se haya inaugurado una nueva onda larga del PSOE como la que brotó en 1982, y que permitió a los socialistas gobernar con tranquilidad, perpetrar tropelías copiosas durante casi catorce años, y finalmente perder con decoro y por escasos votos. Los inquietos por esto son los que no confían en la estrategia de Rajoy de no molestar a nadie, ser centrorreformista o «liberal social» (o sea, socialista) o cualquier majadería que se les ocurra para ocultar su vergüenza por no ser abiertamente de izquierdas. Y, por supuesto, acercarse a los nacionalistas para no molestarles tampoco, y confiando en arrebatarles algún voto. Pero esta estrategia puede dar resultado. El PSOE puede no ganar más votos a costa de IU y los nacionalistas, con lo cual un PP «moderado» (o sea, socialista) puede recuperar el terreno entre antiguos votantes socialistas. Todo esto es sumamente lamentable para quienes no nos interesa quién manda sino cómo lo hace. Pero nosotros no contamos para nada.